22 de julio, martes. Samos.
Siempre es agradable sentir en la piel los primeros rayos de sol de la mañana, así que nos
levantamos temprano para pasear por la larga playa de guijarros próxima al hotel y disfrutar
lo más posible de nuestra estancia en Rodas; en pocas horas volaremos hacia otra isla.
Aterrizamos a las doce y media en Samos con una hora de retraso por algún
motivo que nadie explica. En el aparcamiento del aeropuerto, una representante de Union Car
nos entrega un Hyundai Atos, de categoría superior a la pactada,
y ponemos rumbo a Pytagorio, en busca de alojamiento.
Tras visitar dos o tres hoteles nos quedamos en el Naftilos, inaugurado en el 2006.
Pytagorio es el principal pueblo turístico de la isla pero no imagines aglomeraciones;
su población es de unos ocho mil habitantes y la calle principal, Likourgou Logetheti, apenas llega a los cien metros; aquí se concentran todos las tiendas para
turistas, ya sabes: alquiler de coches, pequeños supermercados, heladerías, boutiques de ropa, joyerías, etc. El paseo marítimo es la zona de los restaurantes,
que a la hora de comer están casi llenos. Nos decidimos por el Remataki, un restaurante regentado por un matrimonio y sus dos hijos, al
lado de la playa del mismo nombre, al final del paseo. Recomendable.
Pytagorio era conocido como Tigani hasta 1955, ese año lo renombraron en honor al célebre filósofo y matemático.
 El puerto de Pytagorio se considera el de mayor antigüedad del Mediterráneo hecho por las manos del hombre.
Pasamos la tarde en la playa de Pytagorio,
"con la mirada pérdida en el encuentro de cielo y mar, sintiendo la tierra rodar", como decía el poeta Vinicius de Moraes en su canción Tarde en Itapoã, con
la ventaja que aquí el agua es mucho más limpia que en la playa de Salvador de Bahía. ¡Ah, y las hamacas y sombrillas son gratis para los clientes del restaurante!
originario de esta isla fue el filósofo Epicuro, un adelantado a su tiempo, decía que adorar a los dioses era un pérdida de tiempo porque los dioses andan a sus cosas
y no se preocupan de nosotros,
que no hay existencia después de la muerte y que la felicidad es el único propósito de la vida. En su época poca gente siguió sus enseñanzas,
pero hoy es una opinión generalizada, ¿no crees?.
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