16 de abril, Miércoles Santo
Con la visita al Museu Faller de Valencia ya nos vamos enterando de qué van las fallas: la teoría más aceptada
sitúa su origen en la Edad Media, cuando los carpinteros encendían fogatas en honor a su patrón san
José, la noche del diecinueve de marzo, imitando la costumbre mora de las grandes hogueras.
 |
Ninot censurado en 2006
|
Quemaban las barraduras del taller y materiales sobrantes. Más tarde, quizá algún carpintero añadió a la quema un
pelele satirizando a un compañero del gremio. Poco a poco, esta costumbre se generalizó y a mediados del siglo XVIII ya
se quemaban monigotes, trastos viejos y también pequeños escenarios colocados junto a la pared con
uno o dos muñecos en actitud burlesca que satirizaban algún personaje censurable. Para evitar incendios en los edificios
se obligó a los vecinos a montar las fallas en las calles más anchas, cruces y plazas.
Esta medida fue crucial porque sirvió para eliminar el fondo de escenario y dejar la falla más expuesta,
lo que permitía difundir el mensaje en todas direcciones y el público las podía rodear.
En seguida se hicieron más populares que las simples hogueras y las piras de trastos viejos, sobre todo, porque los temas predilectos
de los falleros del siglo XIX eran el erotismo y la crítica social de personajes públicos. Por estos motivos, muchas fallas
fueron censuradas por las autoridades o el arzobispado e incluso intentaron eliminarlas subiendo el precio de los permisos de fuego a las comisiones falleras.
Como suele suceder, estas dificultades estimularon aún más la creatividad y el
fervor fallero no hizo más que crecer. Desde entonces ha pasado un siglo pero poco ha cambiado:
la Junta Central Fallera censuró en 2006 una escena donde una monja pone cara de sorpresa al ver un hermoso consolador.
El artista Toni Fornés tuvo que cambiarlo por un cirio. En 2013 se indultó la figura del dios Ghanesa por quejas de la comunidad hindú.
El objetivo de la falla era homenajear la cultura hindú pero, claro, se podía malinterpretar; imagínate las imágenes
por televisión de españoles quemando un dios venerado por más de mil millones de hindús. ¡Qué conflicto internacional!
 |
El ninot de Ghanesa indultado en 2013
|
El museo también explica cómo se hacen los ninots: hasta hace unos años se empleaba cartón de guitarra con armazón de madera y cera para las caras,
ahora se usa el poliestireno expandido o corcho blanco, ese plástico
blando de color blanco que se emplea en embalajes. No pesa nada, es barato y se corta y lija con facilidad.
Las figuras se conforman a tamaño reducido en plastilina y luego, con un escáner de tres dimensiones, se copia la pieza al ordenador y en un taller
se escala al tamaño adecuado mediante una fresadora digital. A partir de ahí se acaban los detalles a mano con la escofina y lijas,
se montan las piezas sobre estructuras de madera, se refuerzan las partes más débiles con masilla y escayola y se aplica tapaporos,
después se pintan con varias capas de gotelé, se lijan de nuevo para conseguir mejor perfilado y ya solo queda aplicar una pintura plástica final.
Después de ver el museo fallero, salimos hacia Elche. Para comer escogemos un restaurante de cocina creativa:
El Misteri d'Anna. El navegador nos lleva hasta una zona residencial de Elche, a las afueras.
Elegimos el menú ejecutivo. La comida resulta genial y el precio realmente contenido para su calidad, veintidós euros.
La principal industria de Elche es la fabricación de calzado y la última empresa en instalarse ha sido Tempe, del grupo Inditex,
con un centro logístico de 105000 m². Pero Elche también es conocida por poseer la mayor concentración de palmeras datileras (Phoenix dactylífera)
de toda Europa, tantas como habitantes, unas doscientos mil.
El palmeral de Elche es Patrimonio de la Humanidad y se cree que fueron los fenicios quienes lo crearon hace más de dos mil años.
 |
Huerto del Cura |
Los árabes también sabían del cultivo de las palmeras datileras, así que su cuidado posterior se debe a ellos.
Afortunadamente, cuando el rey Jaime I el Conquistador liberó Elche del dominio árabe en 1265 prohibió talar todas las palmeras, porque
la costumbre de aquella época era eliminar todos los árboles para evitar las emboscadas de los vencidos.
El parque municipal cuenta con palmeras en abundancia pero nosotros preferimos visitar el llamado Huerto del Cura,
un jardín más especial y mejor cuidado aún, en el mismísimo casco urbano de Elche.
Durante el paseo observamos que algunas palmeras tienen un cartel clavado al tronco con un nombre y una fecha;
son palmeras dedicadas a personalidades que han visitado el jardín: Severo Ochoa, Unamuno, Gerardo Diego, Alberti, Rubinstein, Conrado del Campo, etc.
La palmera más especial de todas —un ejemplar único de palmera datilera con siete brazos nacidos de
un mismo tronco— está dedicada a la emperatriz Elisabeth de Austria "Sissí" que visitó el huerto en 1894 con motivo
de una avería en su yate. Este jardín cuenta también con varios estanques con peces y tortugas, una colección de cactus, plantas tropicales,
limoneros, naranjos, granados, algarrobos y azufaifos. Un lugar estupendo para pasar el tiempo si el calor aprieta.
Es interesante saber también que las palmeras no son árboles, sino plantas herbáceas, ni tienen madera propiamente dicha.
Pueden vivir hasta trescientos años y existen ejemplares machos y hembras.
Cuando regresamos al coche nos topamos con la hermandad María Santísima de la Caridad desfilando entre no demasiado público. Los
que mejor se lo pasan son los más pequeños, disfrazados de penitentes regalan caramelos a diestro y siniestro.
Seguro que tuvo mucha mayor aceptación la procesión del pasado Domingo de Ramos, una festividad cristiana que representa
la entrada de Jesús en Jerusalén. Esta celebración se remonta a 1371 y la ciudad suele recibir a miles de personas
de los alrededores. Está considerada fiesta de interés internacional, no te digo más. Ya en 1371 se usaban palmas blancas extraídas del palmeral de Elche para la procesión.
|