Crucero por el Caribe 2005 |
26 de noviembre, sábado
Aterrizamos en el aeropuerto José Martí a las cinco y media de la mañana en un vuelo chárter de Pullmantur. Entre el pasaje todo
es alegría y sonrisas. Hemos dejado Madrid con cero grados y Cuba nos recibe con veintiséis. Un autobús nos conduce al puerto de
La Habana Vieja donde fondea el Holiday Dream. Nuestra simpática guía aprovecha para ofrecernos
los paquetes turísticos típicos: visita guiada por La Habana Vieja, noche en el Tropicana o en el Paradís del hotel
Nacional o cualquier cosa que desee: "Usted ha venido a pasarlo bien, así que no dude en preguntar si requiere algún otro
servicio, hmmm... digamos... más especial". Algunos pasajeros que visitan por primera vez Cuba se ríen las muelas al ver las viejas guaguas
aparcadas en las cocheras. Sin embargo, a mi mujer y a mí nos parece que todo presenta un estado más cuidado y limpio que hace siete
años, cuando recorrimos Cuba desde María la Gorda hasta Santiago. Era el final
del período especial y pintaban bastos, ahora hasta las líneas de la carretera están pintadas, la hierba de los arcenes bien cortada
y en la mediana, los macizos de flores lucen lustrosos y llenos de colorido.
Nos instalan en la 8067 del octavo piso. La habitación dispone de televisión, bañera, nevera, espacio de sobra para dos personas y muchas baldas por todas partes para dejar cosas. Salimos inmediatamente a patear las calles de La Habana Vieja. Los coco-taxis son una novedad para nosotros aunque estos llamativos triciclos motorizados vienen funcionando desde noviembre de 1988. Y fíjense: algunos son conducidos por mujeres— nos dijo la guía del autobús—. El precio es muy asequible para los cubanos: cuatro pesos por los primeros tres kilómetros y cincuenta centavos por cada kilómetro adicional. A las ocho comienza nuestro turno de cena, así que regresamos al barco al de poco tiempo. La idea era regresar a La Habana después de cenar pero nuestro ritmo biológico anda por las dos de la mañana y preferimos meternos en el sobre. Estos viajes largos cansan una barbaridad. |