República de Chile 2018
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28 de noviembre, miércoles
¡Qué contraste con el desierto de Atacama! Por la ventanilla del avión se ven espesas nubes grises y, entre ellas, montañas con cumbres
nevadas y allá abajo, todo son manchas verdes de tupidas masas de árboles, extensas llanuras de cultivos y agua por todas partes: estanques, lagos, ríos caudalosos...
El agua es el protagonista principal de la región de Los Lagos. La pluviometría anual en Puerto Montt ronda los 1450 mm anuales.
![]() Paisaje desde el avión al aterrizar en Puerto Montt A la entrada del pueblo, un cartel reza: "En Puerto Varas no sobran habitantes, maneje con cuidado". Conducir en Chile resulta sencillo; los chilenos conducen, en general, con prudencia, sin agresividad. Lo más peligroso son los lomos de toro: si te despistas y no ves uno, puedes destrozar los bajos del coche porque la mayoría son más altos que los 7,5 cm de altura que establece el decreto 200 de 2012. El pavimento de las carreteras no es homogéneo, a veces de hormigón, otras de asfalto. En las proximidades de las escuelas el firme cambia a color rojo y hay que reducir mucho la velocidad. La prioridad en los cruces sin señalización siempre la tiene el vehículo que tengamos a nuestra derecha y la circulación en las glorietas también es la misma que en España. La densidad del tráfico vehicular es muy baja, la que corresponde a un país de tan solo veinticuatro habitantes por kilómetro cuadrado. Entramos en Puerto Varas por la calle San Francisco. En un cruce, un grupo de vagos se abalanzan sobre nuestro coche, ladrando y persiguiéndonos unos pocos metros hasta que nos dejan para ladrar y perseguir a otro. Enseguida se percibe el profundo caracter turístico de Puerto Varas: hoteles de todo rango de precios, cafés, buenos restaurantes de pescados y mariscos y tiendas de artesanía de buena calidad como la Fundación Artesanías de Chile, en la plaza de Armas, que vende piezas artesanales sin fines de lucro, con el fin de preservar el patrimonio cultural. Aparcamos en la calle Santa Rosa. Una señal azul indica estacionamiento controlado, o sea, de pago. ¿Y dónde está la máquina? Olvida las máquinas, aquí funcionan así: parqueas el coche y te marchas tranquilamente, un señor aparece y coloca un papel bajo el limpiaparabrisas con la hora de llegada. Justo cuando te vayas a marchar, verás que la misma persona sale de algún lugar, mira el papelito, hace sus cálculos y te cobra. ![]() Plaza de Armas de Puerto Varas vista desde la tienda Fundación Artesanías de Chile En muchos puestos callejeros de comida se anuncia mote con huesillos; no hay nada más chileno que este postre tradicional, lo veremos por todo el país. Consiste en una mezcla de huesillos (duraznos deshidratados), almibar y mote (trigo hervido). No lo hemos probado como tal, aunque sí compramos un paquete de huesillos deshidratados en San Pedro de Atacama y nos dejo indiferentes: el huesillo era un noventa y cinco por ciento hueso y un cinco de pulpa y, encima, bien pegada al hueso. Buen ejercicio para la lengua. Desde la costanera se ven, en la otra orilla del lago Llanquihue, dos volcanes de cumbres nevadas: el Osorno, de 2652 m, su última erupción fue en 1869, y a la derecha, el Calbuco, de 2003 m, cuya última erupción data de 2015; entonces la ceniza volcánica alcanzó los once kilómetros de altura. Todo un espectáculo. No representan peligro para Puerto Varas pero sí para Ensenada, equidistante de los dos volcanes. En verano esta ciudad se llena de turistas. ¿Y qué atrae a tanta gente? Es indudable que Puerto Varas tiene personalidad: bonita costanera para pasear, ritmo sosegado de vida, calles adornadas con flores —a la ciudad se le conoce también como la Ciudad de las Rosas— y sobre todo, la arquitectura tan peculiar de casas de madera; esta tradición ya estaba implantada en Chile cuando llegaron los colonizadores alemanes, de hecho cambiaron algunas de sus prácticas constructivas para adecuarlas a los fríos vientos locales, como el uso de tejuela de alerce en las fachadas en vez de entablonados horizontales. En Puerto Varas hay algunas casas antiguas declaradas monumentos históricos, vamos a verlas. ![]() Casa Maldonado, construida en 1915 Visitamos también la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, inaugurada en 1918, de madera de ulmo y roble, revestida de planchas de fierro y techumbre de tejuelas de alerce. Su diseño se ha basado en las iglesias de Baden-Wurtemberg. Ahora marchamos por la autopista hacia Llanquihue, una tranquila población de dieciocho mil habitantes, nueve kilómetros al norte de Puerto Varas. Es una ciudad con fábricas de cecinas y lecherías y origen del río Maullín, que en realidad es el desagüe natural hacia el mar del lago Llanquihue. Salmón Chinook, trucha fario y arco iris están entre los trofeos que buscan los pescadores. Aparcamos en la costanera y nos topamos con una carrera de escolares, chicos y chicas adolescentes muy excitados por la competición, no les falta servicio de orden y hasta ambulancia. ![]() Playa y costanera de Frutillar Bajo ![]() El Teatro del Lago y el volcán Osorno Para las siete y media regresamos a Llanquihue, a tomar posesión de nuestro alojamiento en la Casa Werner, una casona de 1916 hecha de madera de mañío y alerce por colonos alemanes. La escogimos porque está emplazada a orillas del humedal El Loto, un buen lugar para el avistamiento de aves. Cenamos en el hotel, bastante bien y a un precio muy contenido; los vegetales que hemos comido son del huerto. Después pasamos un rato entretenido orilla del humedal, observando a las aves, mayormente bandurrias que anidan en los árboles y la gaviota Cahuil, que anidan entre las hojas de loto. También aparece un coipo (Myocastor coypus) nadando tranquilamente hacia las masas de vegetación para devorar los tallos de las plantas acuáticas. Una carpa de buen tamaño salta a la caza de algún insecto. Vemos que el hotel dispone de una tina caliente con hidromasaje al aire libre, pero no he traído zunga y desnudo no me atrevo. En el jardín charlamos con un señor que cuida las flores, creíamos que era el jardinero, pero qué va, es el dueño, vive en Santiago donde tiene un bufete de abogados.
Muchas cosas nos hemos dejado en el tintero: dar una vuelta al lago, el museo colonial alemán de Frutillar, los saltos de Petrohue, el museo de Pablo Fierro de Puerto Varas... | ||
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