5 de diciembre, martes
A las nueve y media salimos hacia el aeropuerto internacional de Yangón para tomar un vuelo a Kyaing Tong, en las montañas del este. Es un vuelo con
escalas en Eo, Mandalay y Tachileik; al parecer, existen vuelos directos pero estaban completos. En Tachileik sube al avión una mujer importante, a juzgar
por el número de personas que revolotean a su alrededor. Embarca discretamente la última y avanza hasta la primera fila. En Kyaing Tong le espera otra cohorte
de personas, entre ellos varios militares.
El día es soleado y cristalino, lo que nos permite observar desde el avión la complicada orografía de esta zona. Venir por carretera hasta aquí parece tarea
imposible, las montañas dan la sensación que hubieran sido arañados por
las garras de algún gato gigante y rabioso.
En Kyaing Tong nos aguarda un conductor y un guía local, un chaval llamado Maung Ee. Antes de ir al hotel, damos una vuelta a pie por los
alrededores del lago Nyaung Tone y Ko Yee nos invita a tomar unos fritos de verduras rebozados en la terraza de un bar.
En Kyaing Tong el nivel de vida es elevado; se nota en los modernos diseños de los chándales de la gente que corre alrededor del lago o en las magníficas
bicicletas de montaña que pedalea la chavalería. Los edificios también muestran
buen aspecto, se ve que circula el dinero. Nuestro joven guía local nos asegura que la prosperidad de la ciudad se debe al cultivo del opio, principal fuente
de ingresos del país. Birmania es el segundo productor del mundo y los militares no parecen muy interesados en luchar contra el narcotráfico organizado.
En esta zona de Birmania se observan diferencias culturales en la manera de vestir: muchas mujeres llevan pantalones y pocos son los hombres con el tradicional longy
a la cintura. Otros pueblos, otras costumbres.
Ko Yee nos cuenta hasta qué punto la dictadura militar lo controla todo: si alguien visita a un amigo en otro pueblo y pasa la noche en su casa debe
comunicarlo a la Policía, de lo contrario... puede tener "problemas".
Cenamos en un comedero, el Golden Banyam, y nos alojamos en un sencillo hotel, el Princess. Casualmente, la primera cadena que sintonizamos cuando
encendemos el televisor es el canal internacional español, así que, ¿qué más queremos? ...como en casa.
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